Un grupo de conquistadores del siglo XVI (marineros, ladrones, asesinos, alguaciles) deambula allá y aquí buscando la forma de salir de la selva en la que se han extraviado. Su número se reduce día a día, víctimas del hambre, de la sed y de sí mismos. Pero en este Nuevo Mundo no sólo es peligrosa la selva. También lo es el hombre que se tiene al lado.
Con su brillante estilo narrativo y la dosis justa de historia, deriva y desenfado, Sergio Bizzio vuelve a la casa editorial que publicó por primera vez su ya célebre Rabia con una nouvelle sobre el choque de civilizaciones y las fuerzas naturales. Una invitación a sumergirse y quedar a merced de las leyes de la selva: eso es Perdidos.
Habíamos magnificado el relato del indio, sin duda, nos habíamos ilusionado con encontrar no a dos o tres cristianos tan perdidos como nosotros sino un puerto, un fortín, casas de adobe, gente con medias. ¿Por qué no dábamos con ellos? Hacía más de dos meses que íbamos incansablemente de un lado para el otro, para arriba y para abajo, para el este y el oeste, sin ningún resultado.

Perdidos - Sergio Bizzio

$16.900
Perdidos - Sergio Bizzio $16.900
Entregas para el CP:

Medios de envío

Compra protegida
Tus datos cuidados durante toda la compra.
Cambios y devoluciones
Si no te gusta, podés cambiarlo por otro o devolverlo.

Un grupo de conquistadores del siglo XVI (marineros, ladrones, asesinos, alguaciles) deambula allá y aquí buscando la forma de salir de la selva en la que se han extraviado. Su número se reduce día a día, víctimas del hambre, de la sed y de sí mismos. Pero en este Nuevo Mundo no sólo es peligrosa la selva. También lo es el hombre que se tiene al lado.
Con su brillante estilo narrativo y la dosis justa de historia, deriva y desenfado, Sergio Bizzio vuelve a la casa editorial que publicó por primera vez su ya célebre Rabia con una nouvelle sobre el choque de civilizaciones y las fuerzas naturales. Una invitación a sumergirse y quedar a merced de las leyes de la selva: eso es Perdidos.
Habíamos magnificado el relato del indio, sin duda, nos habíamos ilusionado con encontrar no a dos o tres cristianos tan perdidos como nosotros sino un puerto, un fortín, casas de adobe, gente con medias. ¿Por qué no dábamos con ellos? Hacía más de dos meses que íbamos incansablemente de un lado para el otro, para arriba y para abajo, para el este y el oeste, sin ningún resultado.